Casi siempre nos llama más la atención la publicidad dónde no nos la esperamos que dónde sí. Aunque claro, para las grandes compañías estar dónde ellos menos se lo esperan resulta bastante complejo, ya que supondría un alto coste para llegar a todo su público. Sin embargo, las más pequeñas, con carácter local, y las que no tienen un fin de lucro se pueden permitir mucho más menudo estas acciones que dejan al espectador pensando en el anuncio. Y en este caso bajo mi punto de vista, en la campaña para concienciar sobre el problema del agua potable si que lo han logrado
Cambiar la que es para casi todos una señal conocida y colocarle un nuevo cartel cuya relación con el agua es más que evidente, parece sacada de la mente de uno de esos creativos que son capaces de encontrar el camino más simple, ese que siempre se nos escapa y que da en el clavo a la hora de que el consumidor se fije en nosotros. Otra cosa ya luego será que el mensaje se propague o no; quiero decir, que no todo el mundo que lo lea tomará conciencia del problema, pero al menos pensando en ello de seguro que se va a casa.
Me gustan precisamente por ello la publicidad de ambiente, porque es capaz de hacernos pensar justo cuando menos nos lo esperamos, porque al fin y al cabo con cero imágenes que nos llamen la atención alrededor es más fácil concentrarse en ella que hacerlo en una decena de carteles externos que compiten por nuestros ojos ¿No te parece?